Domingo de Pascua

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Llamada por su Nombre

Hechos 10:34-43 DHH
Juan 20:1-18 DHH

¿Cómo te llamas? ¿Te gusta tu nombre? ¿Conoces su significado y la razón por la cual lo seleccionaron para ti?

En nuestras culturas hispanas María es uno de los nombres más reconocidos y utilizados. Ese fue el nombre de la madre de Jesús, quien junto a otras Marías, formó parte de un grupo de mujeres discípulas, seguidoras fieles del Maestro quienes le acompañaban, servían y subieron, junto con él desde Galilea hasta Jerusalén, en su último recorrido por la tierra.

María Magdalena fue una de ellas. Su nombre, su identidad y valía ha pasado a la historia en medio de una difusión lamentable de teorías que nacen de la desinformación, los prejuicios y estereotipos que distraen la atención de aquello que es lo verdaderamente valioso de ella; su amor, dedicación y fidelidad al Señor.

Aquellas mujeres habían acompañado, servido y utilizado sus recursos para cuidar de Jesús y su ministerio, lo que incluía a sus discípulos (Lucas 8:1-3). Durante los eventos de la crucifixión y muerte del Maestro estuvieron de frente a la cruz y cuando el cuerpo fue llevado a la tumba, desde allí salieron a preparar las especias aromáticas y los perfumes con que ungirían el cuerpo (Lucas 23:55 y 56). Por lo tanto, María Magdalena sabía muy bien a donde se dirigía temprano en la mañana del domingo. Su determinación por estar cerca del Señor y realizar el rito de la unción era, como dice Isabel Gómez-Acebo, intentar con su cariño y sus manos encallecidas de mujer trabajadora, compensar el sufrimiento y la angustia que había sufrido el cuerpo de Jesús. Para que estuviera rodeado de algo mejor que una simple sábana.

El nombre María, de significados diferentes según la raíz que se traduzca, quiere decir: la que ama a ó es amada por Yahveh (el Señor). En la tradición hebrea el nombre está estrechamente ligado con la existencia. Su segundo nombre, que generalmente se asocia con el lugar de donde provenía, Magdala, también se traduce como torre, a partir de un derivado del nombre hebreo. María Magdalena, la que proviene de un pueblo que se llama Torre, o María la Magdalena, apodo que pudo haberle dado Jesús (tal y como hizo con Pedro) queriendo decir que ella era torre de fortaleza y apoyo entre los discípulos, sugiere Mary Mowczko. Nombres que relacionan el amor y el servicio, identificándola, además, como discípula fiel.

En todos los evangelios la mencionan por su nombre completo en relación a la crucifixión, sepultura y resurrección. En la primera parte del texto juanino (1-10) ella se encamina sola hacia la tumba al amanecer del tercer día y al encontrarla descubierta va donde los discípulos y les avisa sobre lo sucedido. Regresa allí, donde se vuelve a quedar sola cuando los dos discípulos salen de la tumba, a la que ella aún no había entrado.

En la segunda parte del texto (11-18) encontramos a María ahogada en llanto y sobrecogida por la confusión de todo lo sucedido. Desde el jardín, por primera vez se asoma a la tumba para encontrar primero a dos ángeles y del otro lado, afuera, a quien pensaba era el hortelano. Aunque intercambiaron algunas palabras no es hasta cuando Jesús la llama por su nombre que ella lo reconoce.

¡Cuán importantes son nuestros nombres! Cuando por ellos el Señor nos llama reconocemos su voz (Juan 10:3 y 4). Cuando María reconoció la de Jesús sus lágrimas cesaron. Dice Lynn Japinga, que aquello la movió de la pérdida devastadora y la desesperanza, a un gozo casi insostenible. En medio del gozo del reconocimiento mutuo María se refiere a Jesús por uno de sus nombres. Le dice: ¡Rabuni!; Mi Maestro, afirmando de esta manera la relación tan especial que existía entre ambos.

¿Cómo describirías la relación entre Jesús y tú? ¿Cómo llamas al Señor? Él gusta de llamarte por tu nombre, de pronunciarlo con dulzura y determinación.

En algunas narrativas bíblicas Dios le cambia el nombre a la gente. El nombre también era una expresión de la personalidad por lo que sustituirlo implicaba un cambio de carácter. Se lo cambió a Abraham, a Saraí, a Saulo. Interesantemente solamente fueron Saulo de Tarso (Hechos 22:6-9) y María Magdalena quienes experimentaron un encuentro personal con el Cristo Resucitado, a quienes llamó por sus nombres y envió con un mensaje. Saulo se convirtió en Pablo. A María no le cambió su nombre, le cambió su vida. Liberada de todo lo que la oprimía (Marcos 16:9) se convirtió en una seguidora fiel, capaz de cumplir las encomiendas recibidas para sostener aquella amistad más allá de la muerte física y temporal de Jesús y aún más allá de los esfuerzos por suprimirla de la historia de la iglesia. Ella fue la primera en ver al Cristo resucitado, la primera en decirles a otros lo que había visto, la primera discípula del Resucitado. Su anuncio de la presencia del Cristo Resucitado es el mensaje central de la Pascua, afirma Women’s Bible Commentary.

La historia de Jesús no terminó con su muerte, resurrección y ascenso a los cielos, tema que el libro de los Hechos, procura comunicar. Aunque tristemente las discípulas de Jesús no son, en este momento, las portadoras del mensaje, en el capítulo 10 es Pedro, en el inicio de la acción misionera de la iglesia primitiva, quien se dirige a los gentiles. Habiendo tenido una impresionante visión (Hechos 10:9-15) ahora es capaz de comprender que el Señor no hace diferencia entre una persona y otra.

Heska, Peggy, Sofía, Mi Hee, nombres comunes en otras culturas, son tan hermosos como Carmen, Lupita, Rosa o Dolores. Nuestros nombres también representan nuestras etnicidades. Cuando comprendemos, como Pedro, que el Señor es un Dios de acogida, sanidad y nuevos comienzos, entonces cada nombre es hermoso, valioso, una expresión de quienes somos. Seres humanos en forma de mujer, que además testificamos, como hicieron las primeras discípulas, sobre la vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesús para salvación, para nueva vida.

María Magdalena, llamada por su nombre, es el eco del llamado de la vida en Cristo Jesús. Desde el jardín de nuestras circunstancias como mujeres hispanas y latinas nos llama por nuestros nombres. Cuando acogemos y celebramos nuestra persona representada en los nombres que llevamos, la Vida se nos aparece donde menos esperamos. Nos llama para cambiar la tristeza y la confusión por sorpresa, gozo y seguridad. Nos llama para que procuremos, con nuestras acciones y testimonio, que otras puedan sentirse valoradas y resucitadas. ¿Reconoces su voz? ¡Nos llama!

Oremos:

¡Rabuni!
¡Reconozco tu voz!
Que la mía, sumada a la tuya, llame a otras por sus nombres
para consolar, afirmar y proclamar.
Cristo Resucitado,
en tu nombre lo pedimos.
Amén.


Referencias
Biblia de Estudio Dios Habla Hoy (DHH). 2000. Sociedades Bíblicas Unidas.
Isabel Gómez-Acebo, et al. 1997. Cinco Mujeres oran con los Sentidos. España. Desclée De Brouwer
ISHA, La Mujer según la Biblia. 2008. Sociedades Bíblicas Unidas.
Japinga, Lynn. From Daughters to Disciples. Women’s Stories from the New Testament. 2021. Westminster John Knox Press.
Mowczko, Mary. Who was Mary Magdalene? May 26, 2014. Margmowczko.com
Newsom, Carol, et al. Women’s Bible Commentary, Revised and Updated. 2012. Westminster John Knox Press.
Wilton, Nelson. 1985. Diccionario Ilustrado de la Biblia. Editorial Caribe.


La Rvda. Arelis Cardona es Ministro Ordenada de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de América y pastorea la Iglesia Presbiteriana Rvdo. Ramón Olivo Robles en Monteflores en Santurce desde el 2003.
Posee grados de Bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, Maestría en Orientación y Consejería y en Divinidad de la Universidad Interamericana de Puerto Rico y el Seminario Evangélico de Puerto Rico, respectivamente.
Se ha desempeñado como Capellana, Escritora de Currículo para la Iglesia Presbiteriana y Metodista. Ha participado activamente en el gobierno de la iglesia en todos sus niveles de representación, siendo la primera mujer ministro en Moderar el Sínodo Presbiteriano Boriquén en Puerto Rico. Es madre, abuela y esposa.

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