Una Mirada Eco-Teológica de la Mayordomía, la Eco-Justicia y la Eco-Espiritualidad
This article is also available in English. Por: Rvda. Neddy AstudilloUn sentimiento inquieto sopla libre en estos días, mientras las palabras del Evangelio continúan proclamando: “Ve y comparte las Buenas Nuevas con toda la creación” (Marcos: 16:15).
Como pastora de un Ministerio Latino, seguídamente me encuentro batallando conmigo misma, buscando encontrar nuevas profundidades en las palabras del Evangelista, mientras que a la vez respondo a las urgentes necesidades humanas, sin olvidar el resto de la Tierra. Si, yo necesito confesar: mi occidentalizada latinoamericanidad y clase media, esperaba, que el comprometerse con el ministerio de la Eco-Justicia y compartir las buenas nuevas con la creación, iba a ser una tarea fácil y divertida; pero la realidad me sigue mostrando lo contrario.
El trabajo de la Eco-Justicia es complicado, y en muchos países del mundo, hasta peligroso. Toca y desafía muchos aspectos de la vida social y de intereses especiales. Pero es un riesgo necesario, si nosotros queremos seria y esperanzádamente, ocuparnos de la Tierra de Dios en una manera sustentable y trascendente.
La eco-teóloga feminista Heather Eathon dijo correctamente: “Cuando la teología está comprometida con la crisis ecológica en profundidad, ocurren grandes cambios en su cimiento”*. La Eco-Justicia sacude nuestra fe y también impacta la manera en que vivimos nuestras vidas. Mientras más hemos comprometido nuestros corazones a la sociedad de consumo, más difícil es comprender el mensaje del Evangelio. La Eco-Justicia requiere de nosotros que cambiemos muchas cosas, referente a nuestras vidas; tal vez más de lo que nos gustaría aceptar, o seamos capaces de hacer, si además somos pobres.
Este verano asistí a la Cumbre de los Pueblos durante Río+20 (La Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Tierra) en Brasil. Fue un evento donde asistieron más de 50.000 personas de todas partes del mundo; incluyendo representantes mundiales de otras religiones, todos unidos por el amor y la preocupación por el planeta tierra, nuestra casa común. Como parte de la Delegación del Consejo Mundial de Iglesias, tuve la oportunidad de hablar con la delegación juvenil de la Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos, acerca de las bases bíblicas de la eco-justicia. La mayoría de estos jóvenes, comprendí, son líderes activos no dentro de las iglesias necesariamente, sino en sus comunidades; lo cual es un modelo muy diferente a cuando yo era parte de la juventud cristiana. Esta juventud valiosa, está encontrando más libertad para el trabajo de la eco-justicia, fuera de la iglesia, que dentro de ella y esto me entristeció saberlo.
Usé este tiempo en Río para preguntar acerca de las raíces de esta realidad en aumento; sabiendo que como pastora, yo también lucho por convertir en uno sólo ministerio, mi compromiso con la eco-justicia y mi trabajo en la parroquia. Me acerqué a varios representantes de las iglesias, y les pregunté: ¿Cuáles son los obstáculos que ustedes encuentran en sus iglesias y en los miembros, para mover adelante el trabajo del ministerio de eco-justicia?
La respuesta que ellos me dieron era que el trabajo de la eco-justicia es demasiado ‘político’. Los líderes de la iglesia pueden estar convencidos sobre la necesidad de la eco-justicia (que no es sino ir a las raíces de los problemas ambientales, curando la tierra y mejorando la vida de la gente en una manera sostenible); pero permanece siento para ellos un desafíio, el cómo traducir esta información, en cada contexto, y hacer de ello parte del trabajo de la iglesia.
De este modo, existen aquellos que dentro de la iglesia temen la eco-justicia por ser un tema demasiado ‘político’ (no suficientemente relacionado con lo que se percibe como los asuntos de una “iglesia”), y aquellos, afuera, quiénes temen “la iglesia” por no estar suficientemente comprometida con la justicia.
Estos comentarios de la juventud y de los representantes de las iglesias, me hicieron pensar sobre el cómo la eco-teología, como modo de entender la realidad, pudiera desempeñar un papel relevante para superar esta situación; guiando a las iglesias a convertirse en Centros de cuidado de la creación y a la vez, proporcionando apoyo espiritual a los creyentes que trabajan en el ministerio de la eco-justicia en el mundo. La Eco-justicia necesita la espiritualidad, tanto como la fe necesita de la acción.
Yo he visto, personalmente, la crisis ecológica, informar, reformar, y enriquecer tanto mi vida como mi teología. Comencé primero mi trabajo ecológico como un llamado a hacer mi parte para evitar la matanza innecesaria de delfines, provocadas por técnicas industriales en la pesca del atún y tiburón en Venezuela. Después de un tiempo, me dí cuenta que no podía salvar a los delfines sin defender a la vez los derechos de las comunidades pesqueras tradicionales y tratar con un complejo sistema social, político y económico, que empujaba a pescadores tradicionales, mujeres y hombres a abandonar sus propios valores ecológicos y adoptar métodos autodestructivos. La Eco-justicia en este caso requería, el cambio de leyes de pesca para proteger pequeñas pesquerías, contra las compañías de pesca industriales; detener la compra de viejas flotas pesqueras extranjeras, ya prohibidas en otros países debido a su impacto ambiental; y apoyar a las comunidades locales para desarrollar y promover programas de educación sensibles a su cultura y su medio ambiente.
El adentrame a un mundo con necesidad de sanación, me permitió entender la complejidad del mensaje del Evangelio (Marcos 16:15) y fue en este contexto de la eco-justicia donde encontré mi vocación y experimenté lo que es ser ministrada por las criaturas del mar, incluyendo su gente.
Mi experiencia ilustra tres etapas de la eco-teología en acción: la mayordomía, la eco-justicia y la eco-espiritualidad.
La Mayordomía mira al resto de la naturaleza como un regalo de Dios, y los seres humanos como cuidadores y labradores de la tierra. El reciclaje, el reusar las cosas, reducir el consumo, la preservación, el ahorro, la sanación y el cuidado de la tierra son algunas de sus expresiones más comunes. Los críticos de esta eco-teología dicen que es demasiado jerárquica; los humanos somos vistos como separados del resto de naturaleza, y como más importantes; no sólamente con una misión especial. Mientras se procura proteger la fauna para las futuras generaciones, por ejemplo; por otro lado se dejan espacios vulnerables a la destrucción, porque la naturaleza es vista como un recurso para la humanidad. La mayordomía busca la comodidad y evita la controversia; procura salvar a los delfines, sin involucrarse en transformar la realidad que los amenaza. De este modo, la mayordomía es un buen comienzo, pero el compromiso de fe no puede terminar allí.
La Eco-justicia, como práctica de fe, entiende que no puede haber justicia social sin justicia ecológica. Estamos inter-relacionados, por eso la eco-justicia aborda a ambos. Esta cree que la naturaleza no humana tiene derechos también y sufre debido al pecado humano (Rom 8:22). Ambos reinos necesitan de liberación. Los seres humanos somos compañeros/as con Dios en el cuidado y enriquecimiento de la tierra; pero también son las demás criaturas (Gen 2:18-19), cada una con su misión. La Eco-justicia imagina un Reino de Dios donde no habrá más matanza y donde viviremos en la paz de Dios (Isa 11:6-9).
Los críticos de la Eco-justicia sienten que sigue siendo jerárquica. En su lucha por la justicia, a veces se olvida de ver los lirios del campo, o pedir a los animales su sabiduría (Job 12:7-11; Prov 6:6-8). El reino que imagina, es antropocéntrico. De un modo gracioso, sus críticos nos preguntan: “¿Le han preguntado a los leones cómo ellos sienten comiendo hierba para siempre?” (Isa 11:6-9). La Eco-justicia lucha por dejarse transformar por el mundo que a la vez quiere salvar; no siempre busca apoyo en la Escritura; no porque no exista, sino porque la misma iglesia todavía no la conoce. Entonces, prefiere existir fuera de la iglesia, y a veces, esto resulta en la pérdida de su espiritualidad.
Algo más todavía es necesario.
La Eco-Espiritualidad, como una práctica de fe, nos mueve a reconocer que, aunque los seres humanos tengamos una misión especial en la naturaleza, también cada criatura, de un modo que ningún ser humano puede duplicar. Cuando sentimos cariño por la tierra, ella nos ministra a nosotros también, y en esta relación descubrimos las Buenas Noticias que ha estado esperando escuchar del pueblo de Dios. Somos hechos de la tierra. Ella es nuestra casa y nuestra compañera en el ministerio.
La Eco-espiritualidad nos enseña que el Espíritu de Dios está inmanente en toda la creación. Los críticos de esta teología dicen, entre otras cosas, que los detalles de la fe “cristiana” y el mensaje del Jesús histórico se pierden en estas enseñanzas. Pero, los que defienden esta teología, como la eco-teóloga cristiana Ivone Gebara**, dicen, que Cristo está presente donde hay comunidad, donde existe la solidaridad, en cualquier momento de compasión y ternura. Si la creación es capaz de sanar y enseñar, es porque Cristo está allí.
La crisis ambiental de hoy requiere que busquemos modos de entender y traducir su información, reconociendo los pros y los límites de cada eco-teología y fielmente decidir un curso de acción en cada uno de nuestros contextos. Quizás ya sea tarde para algunas de nuestras respuestas, pero las palabras del Evangelio de Marcos, en la medida que pasa el tiempo, son cada vez más relevantes, no menos.
Los representantes de iglesias participando en Río, añadieron que ellos no siempre pueden hablar abiertamente sobre las complejidades de estas cuestiones; pero los/las líderes de las iglesias locales, la juventud, profesores, pastores/as, los grupos de las comunidades, los/las teólogas, y las ONGs, sí pueden. Debemos hacerlo sin tardanza, ayudados por el hecho que, lejos de inhibir la acción, la complejidad de estos problemas nos da muchos caminos y sitios dónde comenzar nuestro trabajo.
Personalmente, seguiré mi trabajo de defensa por los derechos de los inmigrantes. Seguiré apoyando nuestra granja comunitaria y comiendo alimentos orgánicos mientras mi presupuesto me lo permita. Apoyaré con transporte a los miembros de la iglesia que colectan chatarra y latas para comprar sus alimentos; colaborando con el grupo de la ciudad promoviendo gallinas en el patio trasero; traduciendo materiales al español, ahora que la ciudad escuchó nuestras voces y aprobó que las familias tuvieran hasta cuatro gallinas en sus patios. Seguiré amando a mi familia, y celebrando el día de San Francisco de Assis en la iglesia. En la medida de lo posible, al acercarme a los nuevos retos ambientales, buscaré discernir y mostrar respuestas fieles dentro de la Mayordomía, la Eco-Justicia y la Eco-espiritualidad; respuestas que aunque limitadas, puedan invitar a la juventud a trabajar como iglesia en el mundo, y a la iglesia, a convertirse a un mundo con profunda necesidad.
Para más información, busca la página web de la Pastora Neddy Astudillo “Eco-Justicia” (www.eco-justicia.org).
_______________________
*Eaton, Heather, Introducing Ecofeminist Theologies; 2005 (T&T Clark International, New York NY); Pg 77.
** Ivone Gebara, “¿Quién es el ‘Jesús liberador’ que buscamos?” en Diez Palabras Claves Sobre Jesús de Nazaret, Estella, Navarr: Editorial Verbo Divino; 1999.
Eco-Justicia.org nació en el 2007 como un esfuerzo entre la página webofcreation.org del Seminario Teológico Luterano de Chicago, el Ministerio de la Eco-Justicia del Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos y su servidora, la pastora Neddy Astudillo (PCUSA). Hoy debemos su contínuo desarrollo a las contribuciones de personas como usted. ¡Muchas Gracias!
Unbound Social